Slow design y el valor de lo artesano
En primer lugar te doy la bienvenida a mi blog y shop online. Después de mucho trabajo, de algunos viajes, de experiencias, de lugares y personas, he querido mostrar una parte muy personal de mi trabajo con estas ediciones limitadas. Junto a un equipo de grandes profesionales ha nacido y crecido Rebeca Zarza, donde he podido expresar mi visión del diseño, la ilustración y los estampados, y aplicarla sobre láminas, papeles pintados y algunos productos exclusivos con los que te iré sorprendiendo cada cierto tiempo. Además, a través de este blog os iré contando temas que me interesan y que creo que pueden ser útiles para las personas que habéis llegado hasta aquí.
Y para comenzar quiero reflexionar sobre la filosofía que en buena parte cambió mi forma de trabajar: el slow design y el valor de lo artesano. Puede sonar sencillo, obvio o incluso manido para algunas, pero aplicarlo y desarrollarlo es mucho más difícil de lo que parece y el camino que me ha llevado hasta aquí ha estado lleno de obstáculos…, y muchos de ellos siguen presentes hoy en día.
Antes de todo, un poco de historia. El slow design nace de la mano de movimientos seguramente más conocidos como el slow food, que tratan de combatir hábitos asumidos por la sociedad moderna como la comida rápida. El mundo avanza más y más deprisa, las tecnologías nos inundad y el tiempo se desvanece; es entonces cuando personalidades de distintos sectores se paran y se preguntan por el coste que estamos pagando por un modelo de sociedad que no sólo avanza sin mirar atrás, sino que ni siquiera dedica un instante para atender a lo que tiene frente a sus ojos, para disfrutar del momento y de su entorno. El concepto de slow design es atribuido al diseñador, activista y escritor Alastair Fuad-Luke, quien en 2002 publica un manifiesto con este título en el que aboga por un diseño más sostenible centrado en las personas y no simplemente en la comercialización. A partir de ahí, muchos diseñadores comienzan a aplicarlo en su día a día hasta convertirlo en el punto de partida desde el cual enfocar y desarrollar sus proyectos.
Bienvenida a la era de la inseguridad
Conocí esta filosofía hace mucho tiempo, pero mi experiencia en distintos estudios de diseño consiguió que la viera como una quimera, un ideal que mirar y ante el que suspirar por la imposibilidad de llevarlo a cabo. La crisis trajo consigo una escasez de trabajo y fue entonces cuando entré de lleno en la etapa de la inseguridad, no tenía un puesto fijo y mi futuro laboral solo dependía de lo que yo hiciera. Lejos de quedarme quieta, opté como muchas otras personas por buscar una oportunidad fuera de España, algo que siempre había querido hacer, y allí encontré la experiencia que cambió mi forma de pensar y trabajar. Fue en Bangkok, Tailandia, junto a uno de los mejores y más reconocidos diseñadores del país, Tnop. Él me enseñó que el arte es parte del proceso, que los trabajos deben ser minuciosos, inspiradores, que el tiempo es importante, que se debe trabajar la inspiración, que tenemos que arriesgar, provocar, y que el cliente que no comparte estos valores quizás es porque no debe ser tu cliente. Así de fácil… :). La cultura asiática es muy distinta a la nuestra claro está. En Tailanda los artesanos son valorados, son maestros de los que aprender. Y el bienestar y la riqueza no se entiende si no va acompañado del desarrollo personal de uno mismo y de sus familiares y vecinos. Hablo siempre en general, por supuesto que en todos los países existen todo tipo de personas y circunstancias.
La belleza de lo diverso
Y con esta experiencia volví a España, decidida a aplicar lo que había aprendido y a no renunciar a esos principios. Comencé cambiando el concepto de partida: diseñar para las personas y no para vender más o conseguir más clientes. ¿Qué significa esto? Que dejé a un lado modas y tendencias y busqué inspiraciones artísticas que me motivaran; que quise conocer a los clientes como personas, a sus proyectos como sueños e ilusiones, para empatizar e interiorizarlos.
Desde ese punto de partida quise dar valor al diseño, hacerlo de alguna manera único. Si diseñamos e ilustramos dejando a un lado las modas, lo que hacemos en definitiva es potenciar lo diverso y rebelarnos contra la uniformidad de pensamiento. Así además pensamos en hacer un diseño a largo plazo y estamos dando un valor también al espacio.
La construcción de una idea
Pasito a pasito fui creando diseños e ilustraciones, primero para mi entorno y después fueron apareciendo clientes que descubrían mi trabajo y querían apostar por él. Me enfrentaba a esos trabajos desde un concepto global, colaborando con otros profesionales para conseguir no un simple diseño, sino el desarrollo de toda una idea. Fui poco a poco dando importancia al tiempo, a la reflexión, a buscar una idea y abandonarla para encontrar otra mejor. Me ha costado educar a los clientes, hacerles partícipes del desarrollo del proyecto y convencerles de que el proceso es tan importante como el resultado final, que van tan estrechamente ligados que no puede acelerarse uno sin perjudicar al otro.
Fui poco a poco dando importancia al tiempo, a la reflexión,
a convencer al cliente de la importancia del proceso.
Ya han pasado dos años desde que decidí comenzar a caminar sola como diseñadora pero siempre acompañada de grandes profesionales. Y la verdad es que ha sido un camino de mucho trabajo pero muy gratificante y a día de hoy he recibido distintos reconocimientos a mi trabajo, tanto a nivel profesional con varios premios de diseño nacional Anuaria Oro, como personal. Y precisamente han sido estos últimos los que me han animado a sacar mi propia marca de ediciones limitadas. He querido transmitirles lo mismo que me ha traído hasta aquí, el tiempo necesario para su elaboración, el cuidado de los detalles, la calidad de los acabados y otorgarles a cada una el valor de lo único e irrepetible. Espero que puedas apreciar aunque sea un poquito de la dedicación y pasión con las que he realizado cada uno de los productos.
Bienvenida/o